¿Cómo alimentar para que rindan en el cole?
Nadie aprende sin querer. Desde el punto de vista de la neurofisiología, para que aprendamos algo nuevo debemos de estar concentrados.
Pero básicamente, lo que necesitamos es generar todo el cóctel hormonal necesario para aprender. Esa dopamina, esa serotonina, y más…
Por mucho que un niño permanezca en el aula toda la mañana, día tras día, si no enfoca su atención y se mantiene concentrado, no va a aprender absolutamente nada.
Y aunque está relacionado el interés sobre aquello que “se tiene que aprender”, también es fundamental la parte hormonal involucrada en el proceso de aprendizaje.
“Por muchas nueces que comamos, no nos convertiremos en Einstein. Pero resulta indiscutible que la alimentación condiciona nuestra capacidad intelectual. De ahí la importancia de qué comemos, cuándo comemos y con que frecuencia comemos.»
Dra. Ingrid Kiefer – Nutricionista
Los nutrientes que obtenemos de los alimentos que ingerimos, no sólo nos aportan energía, también actúan como materiales de construcción de nuestro sistema nervioso central y son factores intermedios de las reacciones bioquímicas de nuestro cuerpo.
La nutrición influye de manera directa en la salud y bienestar diario, así como en el rendimiento de nuestra actividad cerebral: la memoria, el aprendizaje y la capacidad de atención.
Estoy convencida que ya conocíais la importancia de la alimentación, pero no debemos subestimar el enorme poder para el desarrollo y el aprendizaje de los niños. Que sigan o no una dieta adecuada, va a marcar la diferencia, y está en nuestras manos favorecer o perjudicar su rendimiento óptimo.
Los podemos mandar chutados al cole, con todas las herramientas necesarias para mantener unos niveles de estrés adecuados, que les permita concentrarse con facilidad y sin interferencias, y mantener su energía alta y estable durante toda la jornada.
O los podemos mandar hiperestimulados, desregulados, con deficiente aporte energético que haga que se cansen con facilidad, y con poco margen para que puedan prestar atención de manera continuada.
Esta sería una propuesta válida de los componentes básicos que debe tener la dieta general para niños en edad de aprendizaje:
+ Macronutrientes: hidratos de carbono, proteínas y grasas
+ Micronutrientes: vitaminas y minerales
+ Agua y fibra
Los hidratos de carbono nos echan una mano con los niveles de energía. Necesitamos energía para la actividad cardio respiratoria, la activación de las neuronas, la contracción muscular, el crecimiento celular, las actividades físicas y el mantenimiento del sistema corporal. Vamos, que no necesitan poca cantidad si queremos que lleguen a todo.
Diariamente el cerebro quema 120gr de glucosa (energía) y como no tiene depósitos de reserva (la que no usa no la puede guardar para luego) el aporte debe ser constante.
¿Qué ocurre cuando hay demasiada energía o demasiado poca?
Es fundamental que el nivel de glicemia sea estable para un buen rendimiento cognitivo. Aportes de hidratos de carbono complejos como la pasta, las frutas y las legumbres, mantienen el nivel de glucemia estable.
En cuanto a los cereales, que son también hidratos de carbono complejos, la naturópata Trinidad Gilbert, recomienda disminuir su ingesta, incluso los integrales, porque tienen un índice glicémico bajo. Pero no eliminarlos del todo, ya que son necesarios si se practica mucho deporte por ejemplo.
“Glicemia estable, mente ágil”
Las neuronas del cerebro consumen hasta el 20-40% de oxígeno corporal. El transporte de oxígeno se realiza a través de la sangre (hemoglobina) cuyo núcleo es de Hierro. La anemia no solo produce cansancio y palidez, además produce problemas para concentrarse y prestar atención.
El procesamiento visual consume 1/3 del oxigeno que llega al cerebro.
Por otro lado están las proteínas, que se encargan de la síntesis de los neurotransmisores, responsables de la regulación de ese cóctel hormonal del que hablábamos al principio. El consumo de proteínas de calidad, también nos aporta hasta 20 amino-ácidos, de los cuales 8 son esenciales.
Asegurarse 10 gr. de proteína en el desayuno para favorecer el aprendizaje.
Algunos profesionales, como el doctor en psiconeuroinmunología Xevi Verdaguer, nos recomiendan disminuir el consumo de las proteínas animales como la carne, y especialmente de embutidos o fiambres.
Aunque el pescado azul es una buena opción proteica. Como principal fuente de proteínas, debemos consumir las legumbres, que tienen alto contenido en fibra y sacian, al igual que las verduras.
Los pescados azules son aquellos que desprenden un olor más fuerte al ser cocinados (salmón, atún, sardinas, jurel) y son los más ricos en DHA (y en omega-3 en general). Sin embargo, se pierde mucho aporte al cocinarlos. Por eso, es una buena opción suplementar la dieta con omega 3.
El DHA es la forma más bioasimilable de omega 3, un nutriente esencial que apoya el desarrollo, la función visual y cerebral en todos los grupos de edad.
Asimismo, refuerza el estado energético del organismo y da fluidez a todas las membranas celulares, mejorando con ello su función a todos los niveles (ej. piel, cerebro, retina, vasos sanguíneos, intestino, riñones etc.).
Estos son solo algunos consejos basados en los últimos avances científicos, todos incluidos en la bibliografía. No soy especialista en esta materia, pero estoy al tanto de todos aquellos factores que se relacionan con mi desempeño profesional y que pueden facilitar y beneficiar mejoras integrales.
Y uno de estos factores imprescindibles es la alimentación, nuestra gasolina. Te invito a que contrastes la información, y te pido que cuestiones siempre todo lo que leas (incluido este artículo). En este tema en concreto, hay muchísima desinformación al respecto, mitos y contenido obsoleto.

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BIBLIOGRAFÍA
Aguirre Lipperheide M. Conocer y alimentar el cerebro de nuestros hijos: claves para un óptimo aprendizaje y comportamiento. Octaedro; 2015.
López MJ. Los Trastornos De la Atención, la Hiperactividad y la Impulsividad desde una perspectiva causal y multidisciplinar: La importancia de la nutrición. Neocortex, 2016
Sinn N, Bryan J. Journal of Developmental & Behavioral Pedriatrics. 2007; 28(2), 82-91
