¿Por qué no me gusta el término “ojo vago”?
El “ojo vago” es aquel que no ve el 100%. Pero calificarlo como vago, es suponer que no ve porque no quiere. Que si se esforzara un poquito más…
Me recuerda a todos esos niños etiquetados de “vagos” en las escuelas, porque no atienden, ni hacen las tareas, ni terminan los trabajos, que lo dejan todo a medias, que se cansan enseguida, que desconectan con facilidad, y más.
Niños que, cuando alguien les ha hecho caso y ha investigado un poquito, han resultado ser disléxicos y no vagos, hipermétropes sin gafas y no vagos, alérgicos al gluten y no vagos, con deficiencias vitamínicas y no vagos, con problemas de percepción visual y no vagos, con visión doble y no vagos, y más.
El término correcto es ojo amblíope. Y el ojo amblíope no es vago, es un ojo con problemas de aprendizaje porque no ha tenido la oportunidad todavía de desarrollarse de manera adecuada. Y esa oportunidad hay que dársela, como a los niños “vagos”.
La ambliopía es un desorden del complejo procesamiento visual. Para entender la ambliopía y poder tratarla, hay que entender la neurología del sistema visual.
Según la definición clásica, la ambliopía es una disminución de la agudeza visual sin que exista ninguna lesión orgánica (patología) que la justifique. Y el tratamiento es el parche.
Pero ahora sabemos, que la ambliopía es mucho más que una disminución de la agudeza visual. Como bien expresan algunos de mis compañeros optometristas, en la ambliopía la pérdida de la agudeza visual es sólo la punta del iceberg. Es un conjunto de habilidades visuales disminuidas. Y el tratamiento es la terapia visual basada en el aprendizaje perceptivo.
“La terapia de parches se ha utilizado comúnmente a nivel clínico para mejorar las funciones visuales en el ojo con ambliopía por oclusión del ojo contrario, bajo el supuesto de que la ambliopía es un déficit puramente monocular. Sin embargo, hay nuevas pruebas de que la ambliopía es el resultado del desequilibrio sensorial binocular que resulta de la supresión”.
Professor Robert Hess, Department of Ophthalmology, McGill University.
¡El ojo ambliope no es un ojo vago! La ambliopía es un problema binocular (de los dos ojos) que se manifiesta de manera monocular (en un ojo).
El Dr. Robert Sanet lo explica estupendamente con la analogía de los gemelos. Él compara ambos ojos con dos hermanos gemelos. Uno de los hermanos es muy hablador, activo, fuerte, seguro. El otro hermano gemelo en cambio, es muy tímido, lento, débil, pasa más desapercibido.
Cuando salen juntos, el primero domina al segundo, no le deja hablar, no le deja intervenir, no le deja hacer casi nada porqué él lo hace mejor.
Si al gemelo dominante, le prohibimos hablar y actuar, quizá el otro gemelo empiece a interactuar más, se espabile y coja protagonismo. Y al cabo de un tiempo, es posible que ese gemelo que pasaba desapercibido, haya conseguido potenciar mucho sus habilidades y se haya vuelto más fuerte.
Pero ¿qué ocurrirá cuando le quitemos la prohibición al gemelo dominante?
Evidentemente que esa dominancia no habrá desaparecido, y por mucho que el otro hermano gemelo haya conseguido hablar más por un tiempo, las cosas volverán poco a poco al punto de partida.
En ningún momento, los dos gemelos se han relacionado entre ellos, no han aprendido a cooperar ni a trabajar en equipo. De manera, que la desigualdad y la competencia entre ellos seguirá ahí.
Justo lo que ocurre con el tratamiento clásico del parche. Al quitar el parche, el ojo dominante volverá a dominar y anulará al otro poco a poco, no dejándole “hablar”.
Tras el parche, los cambios no perduran en el tiempo porque no hay una mejora en la visión binocular, los dos ojos funcionaban y siguen funcionando por separado.
La ambliopía es un problema de competencia binocular. Y si nos empeñamos en tratar solo el problema de la agudeza visual, no vamos a conseguir buenos resultados a largo plazo.
Es más, la penalización de un ojo puede ser un problema para las familias, ya que puede producir un daño psicológico en el niño.
Hay que desconfiar de las etiquetas como la de “vago”, o por lo menos cuestionarlas e investigar al respecto, da igual que se refieran a un niño o a un ojo.
Esto nos puede ayudar a encontrarnos con algo que nos había pasado desapercibido, o para dar con mejores alternativas de tratamiento.
“Nuestros cerebros son increíblemente plásticos incluso en la edad adulta, y tienen una habilidad enorme para compensar y hacer nuevas vías con práctica”.
JohnRatey, MD “El cerebro manual de instrucciones”.